dibujo: Pablo Temes, 2012

lunes, 9 de abril de 2012

El oficio de informar

domingo 8 de abril                                                                   LA CAPITAL - ROSARIO    
Señales De la cultura y la sociedad

Palabras contra el silencio
Uno de los pocos periodistas que contó lo que ocurría durante la dictadura. Tuvo que exiliarse y volvió como corresponsal de un diario inglés en la guerra de Malvinas. 
por Osvaldo Aguirre 
 Andrew Graham-Yooll está a punto de irse de Rosario.
La noche anterior participó con Eduardo Blaustein y Alicia Simeoni en un panel sobre el rol de la prensa durante la dictadura, en el Museo de la Memoria, y ahora desayuna en el hotel donde se alojó. Pero no muestra el menor apuro, está dispuesto a tomarse el tiempo necesario para recordar una vez más una historia de la que habla por experiencia propia, como redactor que fue del Buenos Aires Herald, en los años más difíciles, y como autor de un libro insoslayable, Memoria del miedo.

La experiencia del Buenos Aires Herald durante la dictadura siempre está actualizándose. ¿Cuál es tu recuerdo?

El Herald era un diario de colectividad, metido en sus cosas. Pero desde sus comienzos, en 1876, siempre hizo comentarios sobre la actualidad nacional y tuvo una actuación bastante respetable durante el primer peronismo. Los viejos contaban que ya entonces se podían leer en el Herald los artículos que no se podían leer en otra parte. La dictadura fue su época de gloria, y se dio accidentalmente. No hubo ninguna decisión formal, de decir “hoy hacemos oposición, hoy hacemos crítica del gobierno, nos vamos al enfrentamiento con el gobierno militar”. Las cosas no suceden a propósito. Un medio puede tener una posición, pero meterse en un lío es accidental; nadie arriesga a una empresa. Hay que aclararlo: el Herald estaba con el golpe, como lo estaba de una forma o de otra el 95% del país, aunque ahora nadie lo quiera reconocer, como casi nadie reconozca que votó a Menem o votó a Cristina. Hasta los Montoneros estaban con el golpe, porque tenían en claro al enemigo. Muy pocos vieron lo que se venía, excepto cierta clase social, porque fue la que maquinó el golpe. Esa noche en que salió el helicóptero de Casa  Rosada, pareció que una nube negra, un gran silencio, descendía sobre la ciudad. Y a las 48 horas empezaron a llegar las noticias.

—¿Cuáles fueron las primeras noticias, cómo llegaban a la redacción?
Alguien nos contó que habían tirado de un edifi cio a un dirigente peronista. Los militares dijeron que allanaron la casa y que intentó fugarse por un balcón. Después me llama una mujer que había sido amiga de mi padre, diciendo que estaban torturando al yerno en la posta naval de Zárate. Robert Cox, el director del Herald, me dice: “bueno, si esta mujer era amiga de tu padre vamos a verla, que nos cuente la historia, si podemos hilar algo en este silencio”. Así empezamos.

—¿Al regresar al país, en 1982, por la guerra de Malvinas, tuviste otra vez la experiencia del miedo de la dictadura?
Para un angloargentino como yo la guerra era como que mis padres se divorciaran. Yo pertenezco a dos culturas, nací con dos pasaportes. Desde mi niñez me preguntaban en el pueblo: “Che inglés, si Argentina e Inglaterra van a la guerra, ¿de qué lado vas a estar?”. Yo me enojaba: “pero no sean infelices”. Y de repente eso había sucedido. Yo volvía a la Argentina como corresponsal de  The Guardian, un diario que me cobijaba y que me enviaba con la vieja advertencia de que no gastara mucho dinero y que no cayera en cana (risas).

—¿Qué opinás sobre la declaración de diecisiete intelectuales y periodistas a favor de la autodeterminación de los kelpers?
Están en lo correcto en manifestarse. No sabemos cómo va a ser la negociación que algún día, cuando tengamos bisnietos con bigotes, pueda llegar a un acuerdo de gobierno tripartito, de transición, de dos banderas. Los diecisiete están expresando una situación que es: rompamos con los clichés de siempre. Hay 3 mil personas que están en las Malvinas, tienen asentamientos que establecen derechos, simplemente por estar. Un siglo y medio lo permite. Entonces hay que respetar esa situación. Creo que los nietos de Cristina podrán ver la negociación para llegar a una situación en que las Malvinas sean argentinas; me parece razonable pensar en esos términos. Ahora no lo va a conseguir, porque hay mil muertos y el peso político de los muertos es tremendo. En una negociación de Malvinas no se pueden separar ni los isleños, ni el medio ambiente, ni la historia desde 1833 ni los acuerdos que funcionaron, como el que logró Arturo Illia en 1964, cuando logró que las Naciones Unidas invitara a las dos partes a dialogar sobre la descolonización. 

A 36 años del último golpe, ¿qué permanece de la dictadura?
Lo que queda de la dictadura es la economía. El programa de Adalbert Krieger Vasena, durante el gobierno de Onganía, que heredan Martínez de Hoz y Menem y que todavía no hemos despejado. Kirchner fue menemista tanto más que cualquiera, un poco como Tony Blair, en Inglaterra, que fue el mejor alumno de Margaret Thatcher; el primer ministro laborista terminó siendo mejor sucesor de Thatcher que los propios conservadores. Todavía tenemos muy presente a la dictadura en la economía.

martes, 3 de abril de 2012

Del show y el vituperio a la confianza

sábado 31 de marzo de 2012                   PERFIL - Suplemento MALVINAS
                                 por Andrew Graham-Yooll
                            dibujo:Pablo Temes



Hemos perdido casi una generación en portazos, desplantes, y algunos progresos, en una seguidilla de vituperios, proclamas y protestas, en la larga disputa por las Malvinas con el único consuelo de algunas adhesiones y anuncios solidarios de naciones americanas.
El próximo festival de apoyos condicionados en esta serie será en la 6° Cumbre de las Américas, en Cartagena el 13 de abril, cuando Ecuador proponga una declaración de apoyo a la soberanía argentina. Y luego… después del ruido del 30 aniversario, ¿seguiremos invirtiendo tiempo en estridencias que no traen resultados?, y pasará otra generación sin superar un diferendo colonial que se luce como resaca de la fiesta imperial del siglo diecinueve.

Si realmente hay deseo oficial de poner en marcha un eventual traspaso, parcial (con gobierno compartido transitorio, por ejemplo) hasta llegar a una reversión de status total, necesitamos que la Argentina cambie de táctica. Ya se preguntó Luis Alberto Romero si no es más conveniente que las islas Malvinas sigan siendo protectorado británico para así usarlas de distracción y evitar el costo considerable que representará el proceso político de cambio de gobierno. Supongamos que la posición oficial es sincera y apunta al traspaso, a mediano o largo plazo. Pero no vemos un proyecto o programa de negociación y transferencia más allá de las estridencias. Hasta nos podemos preguntar por qué cada año es feriado nacional el 2 de abril, un no laborable que instituyó Fernando de la Rúa, quizás para satisfacer el remanente del lobby militar. Es razonable argumentar que el feriado no es una fiesta sino un recordatorio, casi un día de guardar. Es así como el Gobierno y diversas organizaciones civiles quieren que se recuerde el 24 de marzo, si bien queda mal encaminada la memoria cuando la fecha forma un fin de semana largo, especialmente cuando hay luego dos días hábiles y el parate de Semana Santa.

Por ahora parecemos apuntar sólo al show de los feriados y homenajes, a buscar en Naciones Unidas votos de apoyo que son insignificantes, a repetir el error de pensar que cuanto más ruido hagamos, la presión será más efectiva. No hay evidencia de esto. En su panfleto más reciente, el periodista y ex senador Rodolfo Terragno advierte que hay otros medios de negociación, y el bloqueo no es uno de ellos: “La agresividad argentina hace, en efecto, el juego al Reino Unido. Pero si la agresión es contraproducente y la inacción debilita, ¿qué nos queda por hacer? Hay instrumentos, aún intactos, que urge emplear. No para lograr la (ilusoria) recuperación de las islas en el corto plazo. Sí para evitar que las perdamos para siempre. La clave consiste en desbaratar, cuanto antes, la excusa británica de la autodeterminación”.
Es una propuesta interesante, pero el mundo que mira las negociaciones no va a estar satisfecho con eliminar totalmente el poder de decisión de los isleños. Coincidió con la emisión del documento de Terragno el pedido de Adolfo Pérez Esquivel a la Corte Suprema que las torturas sufridas por nuestros ex combatientes a manos de nuestros ex oficiales sean consideradas delito de lesa humanidad. Es parte de nuestro pasado también y habrá que asegurar al mundo que podemos asumirlo, no soslayarlo, e instalarlo en un pasado realmente superado. Eso nos haría más confiables.

*Ombudsman de Perfil. Autor de Buenos Aires, Otoño 1982 (Editorial Marea).



lunes, 2 de abril de 2012

Malvinas, 30 años después

domingo 1 de abril de 2012, a la medianoche, por Magazine.  
El periodista Andrew
Graham - Yooll en: 

Dímelo Tú,    
   una conversación íntima,
  con Mariana Arias
 

  
El 2 de abril de 1982, cuando vivía exiliado en Londres y trabajaba en la redacción del diario The Guardian, su jefe le anunció: Volvés a Buenos Aires”. Durante tres meses fue corresponsal de la guerra de Malvinas para ese medio inglés. Y reunió sus categóricas crónicas en un libro esencial:   "Buenos Aires, otoño de 1982”.  

El ex director del  Buenos Aires Herald; hoy, ombudsman en Perfil; recuerda la guerra de Malvinas y ofrece, 30 años después, aspectos reveladores. Una entrevista imperdible, para reflexionar acerca de los años más oscuros que vivimos los argentinos. 

producción: Ariel Cuch / prensa: Laura Cebrián Scioli / fotografía: Photobucket


Guerra de MALVINAS según un CORRESPONSAL INGLÉS

lunes 26 de marzo de 2012
LIBROS                        
                       por Analía Lanzillotta
                                                                 para ABCcultural




A 30 años de la guerra de Malvinas, la lectura de un libro como “Buenos Aires, otoño 1982” se hace necesaria para comprender aristas poco exploradas de lo que significó en su momento este conflicto.

A la manera de un diario personal, Andrew Graham-Yooll retrata para los lectores ingleses del diario The Guardian el clima de euforia y depresión que reinaba en Buenos Aires, una ciudad en guerra que se hallaba, sin saberlo, cerca del fin de la dictadura más brutal de su historia.

Estas crónicas –traducidas del inglés por el propio autor y editadas por Marea Editorial– narran con ironía, pero sin perder nunca el asombro, las experiencias del periodista angloargentino durante esos tres meses de sinsentido: un desayuno con Borges mientras el Papa bendecía a una multitud pocas horas antes de la rendición; una cena con curry con el general Menéndez; el hotel Sheraton convertido en centro de prensa del Estado Mayor Conjunto; los periodistas extranjeros buscando hacer la nota de su vida; las noticias de las muertes como un eco lejano e incierto que llegaba desde el Sur; y, finalmente, la paliza con que un grupo de tareas lo convenció en plena calle de volver a su exilio londinense.

http://www.abccultural.com.ar/nota.php?ID=1361


Buenos Aires, OTOÑO 1982

martes 27 de marzo de 2012
por: Tiempo Argentino

 

         
En 1982, el periodista Andrew Graham-Yooll vivía exiliado en Londres y trabajaba en la redacción del diario The Guardian. El 2 de abril su jefe le anunció, “Volvés a Buenos Aires”. Y durante tres meses fue el corresponsal del matutino londinense.

El tema: una guerrita (a lovely little war decían los británicos) en el extremo del Atlántico Sur entre Argentina y Gran Bretaña por unas islas cuyo nombre oscilaba según quién lo pronunciara entre Falkland y Malvinas.

Graham-Yooll, a la manera de un diario personal, retrata para los lectores ingleses el clima de euforia y depresión que reinaba en Buenos Aires, una ciudad en guerra que se hallaba, sin saberlo, cerca del fin de la dictadura más brutal de su historia. A 30 años de la Guerra de Malvinas, Marea rescata estas crónicas –traducidas del inglés por el propio autor– que narran con ironía, pero sin perder nunca el asombro, las experiencias del periodista anglo-argentino durante esos tres meses de sinsentido.

En este suplemento (ver link ) se transcribe el capítulo “Desayuno con Jorge Luis Borges”, encuentro que transcurrió, el 11 de junio de 1982, mientras el Papa Juan Pablo II bendecía a una multitud pocas horas antes de la rendición.

http://tiempo.infonews.com/2012/03/27/especiales-71467-buenos-aires-otono- 


domingo, 1 de abril de 2012

Crónicas sobre el conflicto MALVINAS

  
Buenos Aires, otoño 1982
    
La guerra de Malvinas según las crónicas de un   
corresponsal inglés.

 

Andrew Graham-Yooll 


Crónicas sobre el conflicto de Malvinas escritas en 1982 por un periodista angloargentino exiliado y convertido en corresponsal del periódico liberal The Guardian.

A 30 años de la guerra de Malvinas, la lectura de un libro como Buenos Aires, Otoño 1982 se hace necesaria para comprender aristas poco exploradas de lo que significó en su momento este conflicto. En 1982, Graham-Yooll vivía exiliado en Londres y trabajaba en la redacción del diario The Guardian. El 2 de abril su jefe le anunció, “Volvés a Buenos Aires”.
Y durante 3 meses fue el corresponsal del matutino londinense. El tema: una guerrita (a lovely little war decían los británicos) en el extremo del Atlántico Sur entre Argentina y Gran Bretaña por unas islas cuyo nombre oscilaba según quién lo pronunciara entre Falkland y Malvinas.


Andrew Graham-Yooll (1944), periodista y escritor, nació en Buenos Aires, hijo de padre escocés y madre inglesa. Ingresó al Buenos Aires Herald en 1966. En 1976 partió al exilio con su familia y residió en Londres durante dieciocho años. Se ha desempeñado en las redacciones de The Daily Telegraph (1976-77) y The Guardian (1977-84). Desde su regreso a la Argentina en 1994 ha sido director y luego presidente del directorio del Buenos Aires Herald, donde se desempeña actualmente, y nuevamente, como director desde agosto de 2005. Es colaborador de los diarios La Nación y Página/12.

Colección: Historia Urgente / ISBN: 978-987-1307-09-8
Cant. pág: 248 / Medidas: 14 x 20 cm.


Por material y contactos de prensa comunicarse con:
Virginia Ruano        155805-1577               
vruano@editorialmarea.com.ar
Constanza Brunet    155665-3707              
cbrunet@editorialmarea.com.ar

Comprá los libros de Marea por Internet:   www.editorialmarea.com.ar